viernes, 4 de marzo de 2016

Sobre el dolor, la muerte y por qué no, la vida.

Yo no soy vida. Muchas veces creo que soy muerte y creo que lejos de desearla, la espero con paciencia, a veces esperanza y otras pocas con indiferencia y también miedo. Soy de las que defienden la decisión de muerte como en la eutanasia o el suicidio. Creo que deberían haber leyes que puedan asegurar a las personas morir de forma "digna", luego de haber pasado por un proceso de Consejería que les permitiera evaluar las implicancias de tomar una decisión como esta. Estamos siempre muy alertas a las cuestiones más físicas que ignoramos las cuestiones mentales. 

El dolor físico encuentra un alivio inmediato en la mayoría de ocasiones; pero el dolor psíquico es hasta impenetrable en esa misma frecuencia. Por eso cuando a una víctima de abuso sexual se le piden pruebas físicas de haber sido vejada, cuando a una mujer que quiere abortar se le dice que solo lo hará si su vida está en peligro, me indigno, me molesto. Qué carajos sabe la gente del dolor que se siente y se sufre tras un episodio de abuso, qué coño saben los 'pro vida' sobre el dolor de llevar dentro algo que no se desea y que amenaza nuestra vida de una forma no tangible.

Llevo deprimida casi toda mi vida, y no me cuesta tanto entender ese tipo de dolor. Aun así, qué derecho tengo yo sobre las decisiones en la vida de las demás personas. Y por qué los otros y otras creen tener ese derecho sobre esta experiencia de vida que me pertenece. Particularmente, creo que de haber muerto por cuenta propia hace ya varios años, no hubiese tenido la hermosa oportunidad de entrometerme en la vida de las personas que hoy en día quiero o considero importantes; tal vez, de haber tenido la posibilidad, me hubiera arrepentido de no haber vivir todo lo vivido. Pero quién mejor que una misma o uno mismo para comprender los umbrales del dolor, los límites, los 'hasta aquí'. Le tenemos miedo a casi todo lo que desconocemos y esa limitación es realmente aterradora.

Yo creo en las posibilidades que la muerte le puede dar a la vida. Creo que la moral con la que nos crían, nos lleva a pensar que somos cobardes o egoístas cuando intentamos protegernos o cuidarnos. Para mí, lo cierto es que cuando te conviertes en polvo, dejas de ser relevante. Porque esta vida, no es una oda a la muerte, sino a la vida, sea como sea ésta.