sábado, 31 de octubre de 2015

Leca al 75% (aprox.)

Hace unos días me topé con un artículo acerca de la salida del closet de Miley Cyrus ante su mamá. En la entrevista que citaban, la artista comentaba acerca de cómo sentía y vivía su sexualidad y no pude evitar sentirme identificada. Yo pensaba y sentía como ella cuando tenía 14. Pero ya no tengo 14 años. He cambiado y percibo mi sexualidad como un constante viaje, un constante cambio. Cuando suelo decir que me gustan las chicas, las personas se apresuran a etiquetarme como lesbiana; y luego, si digo que me atrae alguien del sexo masculino la etiqueta cambia a bisexual. “Ni lo uno, ni lo otro”, les digo. Entonces la confusión se apodera de mi acompañante en la conversación (que a veces toma el curso de interrogatorio, como suele ser “en estos casos”).

Me descubrí bisexual a los 13 y pronto entendí que me gustaban las personas. Las personas. Así como Cyrus, no me importaba el género, identidad u orientación sexual de quien me quitase el sueño. A los 17 tuve mi primera relación lésbica y pensé que a eso se resumía mi vida. Han pasado casi 10 años y me sigo cuestionando si en serio esto es así.

Confieso que desconfío de los hombres, pero que confío de más en las mujeres. Que sexualmente me excita más un cuerpo masculino, pero que no renunciaría al placer que implica una relación sentimental (y sexual) con una fémina. Jamás he tenido la oportunidad de relacionarme con alguna persona cisgénero, pero no me limito; solo me han hecho falta oportunidades. Pero, ¿75% lesbiana?

Hace unos meses acudí con una colega psicóloga y me decepcioné, puesto que intentó encasillarme en una categoría: “No eres bisexual, eres lesbiana”. Cómo joden las etiquetas, pero a veces la costumbre de ponerle un nombre a todo y a sentirte parte de algo, te traicionan.

Existe un biólogo que hace ya bastantes años, a raíz de una investigación, colocó sobre la palestra las diversas vertientes y características que podrían tomar las orientaciones sexuales. Cuando leí su Escala (Kinsey) sentí que por fin pertenecía a algo, así que me etiqueté con premura como homoflexible en segundo grado. Investigando, o mejor dicho googleando, me topé con una palabreja para denominar a una persona que no se identifica como homosexual o bisexual (u otra ‘categoría’): bicuriosidad. Porque de entre todos los idiomas, en el español una puede encontrar muchas palabras para absolutamente todo.

Entonces, a qué viene el porcentaje. Pues bien, cuando me preguntan la raza de mi mascota, que es una perra mestiza de 2 años, digo que es 75% cocker; porque ciertamente no es 100% cocker. Y es que a veces, sólo a veces, me siento identificada en solo un porcentaje con aquellas categorías, etiquetas, nomenclaturas y definiciones.

A estas alturas de mi vida, no me importa mucho complicarle la vida a la gente con estas explicaciones, así que por el momento este porcentaje me "define". Hoy es 75%, mañana, quién sabe.