domingo, 15 de septiembre de 2013

Carta a la Gripe (a mi Gripe)

Querida Gripe:

No estoy segura, pero creo que deberías acordarte de mí. Me has acompañado desde antes que recuerde haber tenido uso de razón, te has paseado por mi casa, por mi cuerpo y me has llevado de visita al hospital una infinidad de veces. Si aun no logras recordarme, debo decir también que lo más seguro es, que de tus víctimas, haya sido yo una de las más frecuentes; sin duda una de las más jóvenes, y en definitiva, una de las que más te detesta.

Hemos charlado durante horas a solas, tú tratando de calar más en mí, yo intentando descifrar tus caminos. Te he estudiado en cada estornudo y he descubierto que, conmigo eres única, que yo debo ser única para ti. A tres días del primer achís, me he preparado cada vez, en vano, para despedirte. Si ahora decides que puedes recordarme, yo soy esa a la que le dejas regalitos amarillos y pegajosos colgando de los bronquios y pases gratis al hotel de los enfermos. A tanto tiempo de conocernos, pasas por alto mi repertorio de adicciones: Vitapirena, Nastisol. Dristan, Tapsin, Amoxicilina, VicVaporu, y otros más. Todas ahora son como Viagra para ti.

Conmigo no has sido nunca compasiva; sin embargo, tanta cercanía me hace pensar que lo que tengo contigo es una relación de amor apasionado: Por la calentura de la fiebre, las humedeces en mi orificio nasal, las largas horas en la cama, el dolor de cabeza: esto solo puede ser amor. Lo mío contigo no dura tres días, ni una semana. Lo nuestro es de meses y usualmente crónico. Siempre me abordas por las mañanas, me dejas tu beso alérgico y te vas. Pero algunas veces decides que quieres quedarte conmigo. Yo sé que me amas, porque mi cuerpo te recibe con los brazos abiertos, mis pulmones te cobijan y mis vías respiratorias están a tu servicio.

Sé que me quieres, porque te trato bien; y a cambio creo que has decidido darme tregua en estos últimos años. Sabes que los pases al hotel de los enfermos ya no son más gratuitos y que te conviene estar conmigo en casa; pero lo que creo en realidad, es que me engañas. Sí, falsa, mentirosa. Prefieres atacar los indefensos cuerpecitos de aquellas y aquellos más jóvenes que yo, conozco tu modus operandin, a mi no me engañas. Te has dejado seducir por sus blandos pulmoncitos y porque no tienes que rendirles cuentas.

Ahora que has decidido regresar, y vaya en qué forma, quiero decirte querida gripe que hoy termino mi relación contigo. En lo posible, definitivamente. He empezado a citarme con la Vitamina C, salimos por las tardes calurosas, no tomamos muchas bebidas frías y nos abrigamos y cuidamos de las corrientes de aire. Me da consejos para que tus aliados, lo ácaros, no me ataquen, y sus besos saben a mandarina, naranja y Redoxon. Estoy segura de que me seguirás besando muy a pesar de mis precauciones; pero la Vitamina C no es celosa, yo creo que juntas llegaremos muy lejos y en esa medida sabremos cada vez menos de ti.

Ya que aun no termino de extirparte por completo de mi cuerpo, y que estamos en la peligrosa frontera entre los mocos y la flema, te concederé los cuidados que antes no te tenía. Disfruta de mis fiebres, de mi congestión nasal, de mi voz gangosa, de las largas horas en mi cama, de las infusiones calientitas, de los cerca de 15 rollos de papel higiénico que ya llevo a cuestas, de los desvelos y por sobre todo, del malestar general y mi ánimo de mierda.

Todo esto es para ti, es mi despedida. Gracias por aquellas veces que me salvaste de tareas imposibles y clases aburridas, gracias por robarte mucho de mi niñez. Lo invertido ha servido compañera; pero ya no más.

Un abrazo de PH.
Tu fiel víctima.